Los masajes eróticos son una forma muy agradable y sensual de comenzar los preliminares de una relación sexual, favorecer un ambiente relajado e íntimo y fortalecer los vínculos con la pareja.
Realizar un masaje sexual será una forma idónea de subir la temperatura, relajarse, y entrar en situación rompiendo el hielo. Son ideales cuando la libido parece estar baja o el cansancio y la rutina o las preocupaciones nos impiden activarnos en “modo sexual”.
La principal diferencia entre los masajes eróticos relajantes o masajes sexuales y otros tipos de masajes es que este se da con todas las partes del cuerpo, no solo con las manos, siendo su finalidad la excitación sexual y el placer erótico.
¿Cómo hacer un masaje erótico?
A todos nos interesa saber cómo dar un masaje erótico o mejorar nuestra técnica y, aunque es sencillo y resulta cada vez más fácil con el entrenamiento, es bueno conocer algunas pautas básicas para tener éxito en nuestros encuentros sexuales.
Un masaje sensual no tiene por qué ser necesariamente un masaje con orgasmo o un masaje genital, aunque lo cierto es que si a nuestra pareja le apetece acabar de esa forma ¡sabremos que lo hemos hecho bien! En cualquier caso, el masaje erótico es ya, en sí mismo, un tipo de encuentro sexual, y aporta unos niveles de placer sensual muy elevados.
Para comenzar es fundamental la preparación de un ambiente adecuado que incluya velas aromáticas, luz indirecta e incluso velas con feromonas. Los aceites de masaje serán nuestros grandes aliados. Aquí las velitas que se convierten en aceite suelen funcionar muy bien, aportando un toque de calor que resulta muy sensual y relajante.
Algunos aceites se pueden utilizar también en la zona íntima, resultando a la par aceites de masaje y lubricantes para la penetración. Pero hemos de tener cuidado, ya que los clásicos aceites de coco, argán u oliva no deben utilizarse en la zona genital.
¿Cómo dar un masaje erótico en pareja?
Los masajes eróticos en pareja son todo un arte y resultan sumamente excitantes tanto para quien los da como para quien los recibe.
La clave de todo el masaje será saber transmitir con tus manos, tu cuerpo y tus movimientos, todo aquello que deseas, y hacerlo de una forma muy relajada, dejando que la excitación aumente de forma muy gradual y evitando la urgencia.
Comienza untando tu propio cuerpo con el aceite para masaje. Empezaremos extendiendo el aceite por nuestras manos y brazos. Lo haremos frente a nuestra pareja, de un modo sensual y provocativo, para luego continuar por el pecho y cara interna de las piernas. Si es la chica la que va a dar el masaje puede recrearse al extender el aceite sobre sus senos y aumentar su propia excitación.
¿Postura y técnicas para dar un masaje sensual?
Te colocarás encima de tu pareja tanto si eres hombre como mujer. Quien recibe el masaje estará acostado boca abajo y el que lo da se coloca encima de sus piernas, con las rodillas apoyadas sobre la cama, a ambos lados, sin dejar caer demasiado su peso sobre su pareja, pero manteniendo el contacto con sus nalgas y sus piernas.
Una vez estemos ya embadurnados en aceite, frotamos entre sí nuestras manos para lograr el efecto calor. La aplicación directa de aceite o crema sobre la espalda de la pareja debe siempre evitarse, ya que la sensación de frío o de contacto brusco puede ser desagradable.
Iniciaremos un movimiento sobre la parte alta de la espalda en forma de mariposa, con nuestras manos abiertas y firmes, ejerciendo una presión moderada, a la vez que nos vamos moviendo hacia delante y hacia atrás, de modo que nuestra pareja sentirá sobre sus nalgas y la parte baja de su espalda que te mueves como cuando haces el amor.
Desde la parte alta de la espalda iremos continuando el movimiento hacia su nuca y hombros, lo que supone que ampliamos el movimiento de nuestro propio cuerpo, bajando nuestro pecho que, lleno de aceite, rozará su espalda sensualmente.
Presiona suavemente con dos dedos en base del cráneo y masajea su cabeza y su cabello. Resulta muy excitante dirigir los movimientos desde las orejas hacia la base central del cuello.
Cada vez que desplazamos nuestras manos a sus hombros nos iremos extendiendo más y más a lo largo de sus brazos, restregando los senos o pectorales por la espalda de nuestra pareja. En el caso de que sea el chico quien da el masaje, es posible que a estas alturas esté ya en erección. Deja que tu pareja la sienta cuando te mueves sobre ella, sin hacer movimientos pélvicos exagerados, pero permitiendo que resulte obvia.
Debemos tener cierto cuidado ya que cuando va aumentando la excitación es fácil dejarse llevar y aumentar la presión que se ejerce. Pero se trata de un masaje sensual, no descontracturante, por lo que no debemos excedernos ni provocar dolor.
Un leve amasamiento de los omóplatos o paletillas suele resultar también muy agradable. Prueba a rodearlos con tus dedos pulgares, como si quisieras meterlos por debajo de estos huesos en su parte interna.
Dirígete ahora a la zona lumbar, acariciando de dentro hacia fuera, llevando las manos a la cintura y bajando por las caderas. La cintura es una zona muy sensual y desde ella puedes ya ir bajando a las nalgas, donde están permitidos movimientos más intensos, como amasar o agarrar y soltar.
Aunque os encontréis ya muy excitados, mantén la respiración acompasada y sigue aumentando el deseo. Comienza a dibujar la forma de las nalgas con tus dedos e introduce levemente los pulgares en la raja interglútea.
Para el masaje de piernas debes bajarte de encima de tu pareja y colocarte de rodillas sobre la cama, entre sus piernas. Empieza masajeando sus pies, particularmente la zona central, haciendo círculos con tu puño y juega con la base de sus dedos. Los pies conectan con los distintos órganos del cuerpo y masajearlos reactiva todo nuestro organismo.
Continúa subiendo por las pantorrillas, deteniéndote en la parte de detrás de las rodillas, que es una zona de alta sensibilidad por gran inervación nerviosa. Según responda tu pareja, puedes detenerte ahí y aplicar un ligero cosquilleo.
Sube por la cara interna de los muslos, sin prisa, con movimientos arriba y abajo, sin llegar a rozar la zona genital.
Si notas que tu pareja está predispuesta, puedes abrir sus piernas y acariciar los testículos o los labios mayores. Susúrrale al oído que se dé la vuelta.
Ahora tu pareja quizás ya espera que te dirijas directamente a la zona genital, pero aún le harás esperar un poco más. Masajea y acaricia su pecho o pectorales, deteniéndote en los senos y los pezones. No olvides que a los chicos les gusta mucho que les estimulen también los pezones. Baja tu cuerpo embadurnado en aceite y deja que se funda con el suyo.
Puedes hacer un triángulo con las manos, de modo que no toque sus genitales y, siguiendo la línea del ombligo, subir así hasta los pectorales o senos, regresando por la línea del ombligo, volviendo a enmarcar la zona genital con un triángulo, sin tocarla.
A partir de aquí ya es cosa vuestra. Los besos y la estimulación con la boca de distintas partes del cuerpo son un buen modo de continuar, y el sexo oral también es muy buena idea.
Masaje genital: Masaje con orgasmo
Masajes sexuales en el pene
Desde la posición de triángulo de tus manos, y utilizando lubricante, sube las manos por el tronco del pene, deslizando una mano de abajo arriba e, ininterrumpidamente, continúa con el movimiento con una mano detrás de otra. La sensación para el chico será que hay miles de manos acariciando su pene y le resultará irresistible. Rodea el glande con el pulgar antes de regresar la mano a la base del pene en cada movimiento.
Estos masajes sexuales a tu pareja pueden culminar con sexo oral o penetración, y lo ideal es dejar fluir la situación hacia lo que más os apetezca.
Masajes sexuales en la vagina
Utilizando mucho lubricante, estimula los labios mayores hacia arriba y hacia abajo, para pasar después a realizar el mismo movimiento sobre los labios menores.
Estos masajes íntimos los puedes continuar si estimulas el clítoris realizando círculos alrededor del capuchón o en la punta. Luego baja por los labios menores, nunca por el centro, para evitar el orificio uretral y, de este modo, posibles infecciones.
Puedes ahora introducir los dedos, continuar con sexo oral, juguetes o penetración.
En resumen, un masaje erótico involucra a todo el cuerpo y supone una danza de un cuerpo sobre otro evitando el contacto directo entre los genitales para hacer que todo el preámbulo de la relación sexual sea mucho más excitante. Debéis dejar volar la imaginación y sobre todo, cuando ya tengáis cierta práctica, dejar que la intuición os guíe a movimientos y caricias menos pautados y más espontáneos. Los masajes pueden intercalarse con besos y estimulaciones orales y con la lengua, y pueden llegar a cualquier zona del cuerpo, como las axilas o incluso la zona anal. Ante todo, dejaos llevar y disfrutad.
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